Diario de un figurante













“Somos muchos. En las mesas habla la gente, escucho sus conversaciones por doquier. Bueno, ahora no. Me pongo los auriculares y la música un poco alta y me aíslo.


Hablan, aunque no oiga nada, pero sus miradas me dicen mucho. Curiosidad. Fatiga. Indiferencia. Desconcierto. Pero yo, que no digo nada, seguro que digo más. Y ahora, que salgo, que me abro paso entre esa multitud, pienso, ¿que pensarán de mi? Me dijeren una mirada, pero vuelven a sus banales conversaciones.


¿Para que tengo que poner una cara alegre si ellos no me la ponen a mí? ¿Para que tengo que ser “bueno” si ellos no me tratan igual que a mí? No lo se, son completamente desconocidos pero, mi mentalidad, mi forma de ser, ese “yo natural” me dice que sí, que lo haga, que es lo correcto porque así soy yo, aunque duela.


Pero mi otro yo se rebela. ¿Que tengo que ser bueno? No me jodas. Quiere combatir el fuego con fuego. ¿No me hablan? No les hablo. ¿No me miran? No les miro.

Y si, esa opción es la que sigo, aunque utilizo la indiferencia con ellos, fundiéndome en las sombras, como hago aquí, y siempre, e intentar sobrevivir otro rato más.


Pero así, por este camino, no llegaré lejos, no al menos con este corazón que, asimilados cuales sentimientos serian los que “disfrutaría”, se marchitaría como esa rosa cortada que (te) regalé (detalle romántico pero fútil), y ahí se marchita, se pudre, pierde ese bello color rojo apasionado, pierde esa vida que tenia.


No me doy cuenta, pero el tiempo pasa. Y no me importa. Esos minutos que pierdo escribiendo aquí son los que me ayudan a recomponer (me), esa mascará que se fragmenta cuando no puedo mas y solo queda dolor.


Miro el móvil, las 3 y media. Queda poco ya. Otro rato en el que te sientes tan solo rodeado de 200 personas… Aunque no todo queda ahí, así es como me trata la vida, como sobrevivo día a día, oculto en esa gran ciudad a la espera de que pueda levantar la cabeza hacia ese cielo lleno de esperanza que me de fuerzas para acabar el día.


¿Será que soy un “figurante” yo mismo, como persona? ¿Que hago, bulto?, ¿disimulo que soy persona, que “siento”, que “vivo”? A veces creo que si…


Pero sorpresa, no soy un ser “antisocial”. Mantengo una pequeña charla con otro desconocido. Pero lo justo, un pequeño detalle, algo sobre lo que haremos y ya esta, un comentario jocoso, creas un ambiente de simpatía pero no sirve para más, tal como vino se fue. Pero me da igual, lo poco que permanecerá en mi recuerdo, otra cara, otra imagen que se perderá en mi memoria.


Paciencia, paciencia. Esto acaba ya, pero parece que recaigo en una conocida y extraña pesadilla cuando me fijo algo más en mis “compañeros”. ¿Es que en el mundo hay un número de personas impares, donde el que sobra soy yo? Solo hago que ver parejas, dulces parejas a mí alrededor, que me recuerdan lo “feliz” que soy.


Y no puedo, me descontrolo. Me vuelvo irascible. No puedo. Mi máscara se fragmenta. Si se supone que me son indiferentes, ¿porque me siento tan mal? ¿Porque me recorre un fuego que me agobia y me destruye por dentro?

Se me acelera el corazón, siento que la adrenalina me fluye, pero no con propósitos buenos, solo con ganas de destruir (me).


Y tan pronto viene como se va, pero esta latente, siempre estará ahí… Aunque ahora ya no, por fin llego al único refugio donde puedo quitarme esa máscara y mostrarme como realmente soy, aunque sea a mi mismo, oculto para siempre…”

Comentarios