Lluvia sobre mi rostro







Paseando por unas calles llenas de gente, de amor y de odio. De alegría y de tristeza; vas con tu paraguas en una fría tarde de primavera.






Caminando sin rumbo, aunque si con destino, por las calles, sobre las baldosas empapadas. Esquivando a gente con prisas, a dulces parejas acarameladas, agarradas entre si para no mojarse en un mismo paraguas, a algunos caminando cabizbajos, sin poderles ver su rostro (como tu) pero, como tu, pasan desapercibidos a los demás.
Esquivando los charcos que se forman, y que siempre pisas, para aplacar algo de tu ira. A esa gente que te ralentiza en tu camino, cuando vas con prisas, aunque no sabes por que, porque llegaras a casa y nadie ni nada te espera ahí. Y esa misma gente que te empuja y molesta cuando son ellos los que van con prisas, desplazándote literal y metafóricamente.

Y prefieres fijarte en lo inanimado, en el sonido de las gotas al caer sobre la tela del paraguas. Un sonido relajante que en unos pocos segundos puede desencadenar una tempestad. Pero no. Hoy es lluvia fina, suave, acompasada con los latidos que te acompañan, que muchas veces no parecen sonar, y que, aislado del resto del mundo, pareces escuchar mas fuerte.

Una fina y monótona capa de agua que va cayendo, sin prisas, sin esperar nada, cual río que fluye hasta morir... Esa fina capa que te impide ver, como un tupido manto, como ese flequillo largo que te impide ver por un ojo, y que te cansas de apartártelo una y otra vez para que vuelva a caer, y solo te permite ver esa mitad de realidad que es la que te amarga el día.

Tanta paz puede transmitirte que decides apartar ese paraguas, ese escudo que cubre tu cuerpo del “mal” que pueda ocasionarte, y recibir, sentir la lluvia sobre tu rostro, mezclándose unas lagrimas perdidas con las gotas, cayendo por tu cara y caen en el vacío.
Limpiándote, aplacando ese fuego que te consumía por dentro y dejándote en las cenizas, para que renazcas. Empaparte, calarte hasta los huesos y sentir el frío que invade tu cuerpo. Sonreír, puesto que te sientes bien. Pero sabes que acabaras mal, y vuelves a taparte.

Si a alguien le asombró este hecho, nadie lo demostró, pero ya da igual. Solo doblas una esquina mas, abres la puerta, y estas en casa.

Comentarios

Raúl ha dicho que…
Hola Bikker!

bueno como t dije en el foro, cuando lo leí casi me mojo yo tambien XD describes muy bien, haces q el lector se meta en la escena de lleno!!!

Nos leemos ;)

"raulinca"